Pasando un rato agradable

Sonreí cuando dijo que no había venido a quedarse de portera y le abrí mejor la puerta para que entrara, entrando tras ella y observando lo bien que se había reproducido la imagen de la habitación que tenía en mente en comparación con la que teníamos delante. Sonreí satisfecho.


- ¿Qué tal? ¿acorde a los gustos de la señorita? - pregunté.

(OFF: genial xD así podría haber abierto yo el tema jajaja hala, pues ahora describo la habitación como me dé la gana ¬¬)

Al entrar observé la habitación que se me presentaba. Era bastante espaciosa, de techo alto y paredes de un azul cielo, mientras que el suelo era de frío mármol. Tenía numerosas estanterías llenas de libros de magia y conjuros, supuse que alguno estaría relacionado con nuestras lecciones del día. También había algún que otro juego y una cama grande, de colcha blanca y bonitos cojines, que parecía bastante cómoda. Luego, en un rincón, habían un par de sillones amplios, en frente de los cuales había una mesa de aspecto muy sólido.
Me dirigí al enorme ventanal que tenía la habitación y descubrí que desde allí se podían ver todos los jardines de Hogwarts.

- Me alegro de que no sea roja - bromeé - Y sí, me gusta - sonreí.

Miré mas detalladamente las estanterías, sin buscar ningún libro en concreto.

- ¿Te vas a sentar? - le pregunté, porque aún seguía de pie- Ya sabes, por lo de la pierna...

Sonreí al ver la habitación. Yo no había elegido el color de la habitación, pero ese azul estaba muy bien. Me acerqué despacio a la cama y me tumbé en ella, era increíblemente cómoda.


La observé mirando las estanterías.


- ¿Porqué no vienes y te relajas un poco? - pregunté - La cama es muy cómoda

Noté su sonrojo y no lo entendí del todo, para una vez que mis intenciones eran del todo buenas..... Luego, de pronto, lo entendí. Mi voz, mi postura, mi mirada, aquella pregunta...y el conocerme tanto debían haberla llevado a una confusión, aún así no dije nada. Me incorporé un poco más hasta quedar prácticamente sentado y pensé que un vaso de agua me vendría bien. Cuando giré la cabeza hacia la mesilla ahí estaba mi vaso, se había materializado en el acto. Sonreí y me bebí toda el agua de un trago.


- ¿Ves algo interesante? - pregunté, solo por romper aquel silencio.

Observé cada uno de sus gestos y escuché con atención todas sus palabras. Había dicho algo de que alguien le había regalado aquel libro, pero no pregunté nada al respecto, no quería incomodarla. Luego bromeó con las clases.



- Va pero relajémonos un rato - dije poníendole carita de perro abandonado, y acaricié el lado de la cama que quedaba libre, invitándola a que se tumbara y se deshiciera de sus pensamientos durante un rato.

No sabía porqué rehuía tanto de mí, al fin y al cabo no iba a acer nada con ella que ella no quisiese, solo quería que se relajase un poco y dejase de lado sus pensamientos durante un rato. Me incorporé y me acerqué a ella, quedando sentado a su lado.




- Va, cálmate, a mi también me gustan esas clases, pero hacer pellas una vez en la vida no es malo - dije sonriéndole y bromeando - aunque si lo prefieres puedes irte, la puerta esta ahí - la señalé - yo se cuidarme solo - le dediqué una sonrisa, pues realmente no quería que se fuera.

Le sonreí, pero no me moví, no quería que pensase que tenía otras intenciones.



- Olvídate de las reglas y de las clases y de todo solo por un rato - le dije con voz suave y sonriendo dulcemente - concentrate solo en mí......

Sonreí y me eché sobre ella, con mis manos a los lados de su cuerpo, aún sentado, mi cuerpo quedaba a escasos centímetros del suyo, al igual que mi rostro. Esa posición hizo que se me erizara el vello de la nuca. Sonreí con picardía.




- Quizá ésto te ayude a conseguirlo - dije pícaramente.

No me acerqué más pero sonreí con picardía.



- Bien, entonces me quedaré así el resto del día - dije con una mirada angelical pero pícara en el fondo.

- Solo si me prometes que solo pensarás en mí - dije sonriendo.



Luego me levanté, di la vuelta a la cama y me tumbé a su lado.

Sonreí tímidamente ante su contacto, pero apreté un poco mi mano y la miré de reojo.



- Ves, no era tan difícil despejarse un ratito.

La miré de reojo y descubrí que me estaba mirando, enrojecí levemente. Carraspeé, no sabía que decir, pero tampoco quería mirarla directamente, pues me pondría nervioso como hacía siempre, y afloraría el deseo que sentía por ella.

Reí por su comentario y la miré.



- Si estás cansada puedes dormirte, te doy permiso - bromeé

Acaricié dulcemente su pelo, casi inconscientemente y le di un leve beso en la cabeza.



- Que descanses, princesa - susurré, para después cerrar yo también los ojos.