Esperando en el bosque...

Eran las doce menos cuarto y había salido de la sala común con el máximo sigilo posible. Casi me habían pillado y en momentos así deseaba tener esa capa de invisibilidad de la que tanto había oído hablar. Por fin a las doce menos cinco conseguí escabullirme por la inmensa puerta del castillo. Eché a correr hacia el bosque, con la varita en la mano.


A pocos cientos de metros de llegar me di cuenta de que se me habían roto los botones de la camisa y que se me había olvidado el cinturón en mi habitación, por lo que llevaba la goma de los calzoncillos por fuera, pero no me detuve a remediarlo, sequí corriendo y pronto pude divisar a Lilith a lo lejos y mi corazón dio un brinco de alivio, aunque supuse que aún seguía enfadada conmigo.



Me detuve cuando estuve frente a ella y traté de recuperar el aliento, eran las doce en punto, y ambos teníamos nuestras varitas en la mano, cualquiera que pasase por allí creería que estaríamos a punto de atacarnos.

- Buenas noches - respondí con seriedad y haciendo un gesto con la cabeza.



Instintivamente me subí un poco los pantalones y me cerré lo más que pude la camisa. Me acerqué a Lilith y le di un rápido beso en la mejilla, como saludo, algo más afectivo que el anterior.



- Creo que deberíamos adentrarnos algo más en el bosque, no me gustaría que nos pillasen - dije agarrando su mano y tirando de ella aunque con suavidad - pero debemos andarnos con cuidado...

No dije nada al respecto, solo seguí andando. Llegamos a un claro con dos tocones de árboles donde podíamos sentarnos, estábamos lo suficientemente alejados del castillo y descubriríamos cualquier conducta extraña antes de que fuera demasiado tarde, me pareció el sitio ideal. Solté la mano de Lilith y me dirigí a sentarme en uno de los tocones y la miré.



- Gracias por venir - dije sinceramente.

Sonreí ante la nueva postura que había adoptado.



- Te he hecho venir para exprimir hasta la última gota de información acerca de ti y tus parientes, del más cercano al más lejano - dije, también bromeando - así que...¿porqué no te sientas? - pregunté señalando el otro tocón cercano a donde yo estaba sentado - o si lo prefieres, siéntate aquí - concluí haciéndome un poco a un lado, dejado un hueco en el tocón donde me había sentado.

Escuché su temor de que mi opinión sobre ella cambiase y me acerqué a ella, acaricié su mejilla dulcemente, agarré su mentón e hice que me mirara a los ojos.



- Lilith, eres alguien muy especial para mí y eso no va a cambiar - dije - incluso si cuando salgas de aquí te vayas a convertir en mortífaga... - cayé un momento, tragué saliva y suspiré - incluso si eso ocurre, yo seguiré a tu lado, aunque eso acarreé un peligro personal para mí, nunca estaras sola, cariño, de verdad.


Le dediqué una dulce sonrisa y volví a sentarme en mi tocón.


- Cuéntame todo lo que quieras - dije - soy todo oídos.

Asentí en señal de que recordaba que me había contado que era adoptada. Luego seguí escuchando con atención. Cuando terminó tragué saliva, estaba asustado por mi padre, pero sabía que él podía defenderse solo, ya lo había hecho otras veces, yo confíaba en el.



- Valla, es peor de lo que pensaba - dije al fin, pero bromeando. Volví a acercarme a ella y agarré sus manos, entrelazándolas con las mías. - Agradecería eternamente que avisaras a mis padres - le dije sinceramente - y si es verdad que no es ese el futuro que quieres para tí yo te ayudaré en lo que necesites y siempre estaré contigo, mi vida tampoco ha sido un caminito de rosas aunque supongo que eso ya lo sabías...



Solté sus manos y me incorporé, miré al cielo y suspiré.



- Solo espero que no fueses tu una de las que me crució la última vez - dije sonriendo, pues estaba bromeando.

Agradecí que avisara a mi padre con una sonrisa, luego los recuerdos se agolparon en mi mente y un escalofrío me recorrió la columna.



- Fue....fue el verano pasado - dije con dificultad.

Observé como retorcía sus manos y como luego una fuerte brisa agitaba sus cabellos y me abría la camisa que precariamente había intentando cerrarme. Había oído un ruido, pero me había parecido un ruido como de cascos. Me extrañó el nerviosismo de Lilith y giré entorno. De pronto allí lo ví, al otro lado del claro, asomándose de entre los árboles un enorme thestral. Sonreí, pues éste parecía bastante curioso y amistoso.



- ¿Ves los thestrals, Lilith? - pregunté con avidez - digo, porque detrás de ti está la razón del ruido que oíste.

Miré a Lilith y me reí, llevaba varios cortes en los brazos.



- Miráte, estás echa un cristo - dije - debes oler muy muy bien.



Luego me acerqué al thestral y éste me permitió que lo acariciase. Tenía un tacto extraño, era suave en un sentido, pero a "contrapelo" era bastante áspero. Estaba muy frío. Miré de reojo a Lilith y suspiré levemente, realmente era a ella a quien deseaba acariciar y no a aquel curioso thestral.

Sonreí ante el acercamiento de Lilith al thestral, pese a estar bromeando se la veía muy cariñosa.



- Valla, tu eres la experta en artes oscuras y...¿tengo que ser yo el que te explique que los thestrals se guían por el olfato y el olor a sangre? - pregunté sonriendo - debe haber olido la sangre de los cortes de tus brazos.



Luego me acerqué a ella e instintivamente la agarré de la cintura, sin dejar de mirarla a los ojos.

Sin soltarla hice aparecer un trozo de carne cruda y lo lancé lejos, haciendo que el thestral se internara de nuevo en el bosque dejándonos solos. Me acerqué más a Lilith y besé su mejilla con dulzura, comencé a acercarme a su cuello y empecé a darle besos sensuales y algunos mordisquitos suaves y juguetones.

Subí hasta su oreja, suspirando levemente.



- Echaba de menos tenerte tan cerca - susurré, dándole después un leve bocado en el lóbulo de la oreja.